El sábado 3 de mayo, como todos los años desde 1999, los rotarios de Majadahonda acudimos al parque Parque Nacional de las Cumbres de la Sierra de Guadarrama para hacer nuestra plantación en la zona de Rascafría.
Este parque se encuentra al norte de la Comunidad de Madrid, en la cordillera del Sistema Central, en la Sierra de Guadarrama, y el lugar de nuestra visita, Valle del Lozoya: Rascafría, forma parte de este Parque Nacional, que es el quinto parque más extenso de España, con una extensión de 33.664 hectáreas, de las que 21.740 pertenecen a Madrid y 11.924, a Segovia.

Esta actividad la realizamos desde hace 16 años con la colaboración de la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio de la Comunidad de Madrid, pero sobre todo gracias a las buenas gestiones de Emilio y a la implicación y apoyo del director del Parque Juan Vielva, verdadero impulsor de esta actividad, que nos espera como siempre, con toda su disposición y simpatía, a la entrada del parque en la puerta del Centro de Investigación, Seguimiento y evaluación del Parque,

Nos adentramos en el Parque tomando el Camino Natural del Parque de Lozoya en dirección a la Finca de los Batanes, donde estuvo el primer molino de Castilla donde se hizo el papel que se utilizó para la edición príncipe del Quijote y para muchos de los grabados de Goya.

Vamos a un lugar al lado del bosque de Finlandia y del lago, donde en un claro del bosque plantamos el año pasado un círculo de alisos, como si fuera la rueda rotaria, en los cuatro puntos cardinales un abedul, y en el centro Juan plantó una estaca con los nombres de todos los que habían colaborada en la plantación.

Este año al no haber podido hacer la plantación en la fecha programada porque debido a las lluvias intensas de los días previos el suelo estaba tan encharcado que no permitía plantar, hubo que retasarla una semana que, al coincidir con el puente del 2 de mayo en Madrid, redujo el número de participantes considerablemente. Pero como algunos no queríamos faltar a nuestro compromiso de plantar, ni perder la oportunidad de volver al parque, la comisión de trabajo esta vez la formamos una cuadrilla de veteranos, en edad y en experiencia, todos con más de 65 años, que cumplimos con nuestra tarea de plantar con maestría y energía los servales preparados para reponer los que no habían agarrado el año pasado y completar la rueda.

Después, con ayuda de una bomba, para sacar agua de un arroyo que corre cerca, y una gruesa manguera, Guadalupe se encarga de regar abundantemente los alcorques.

Con el deber cumplido, dando un placentero y relajante paseo, nos dirigimos a la zona de las Presillas, lagos artificiales del río Lozoya, donde está el bosque Rotario, para ver el lugar y los árboles plantados allí en años anteriores, así como los acebos de los primeros años cerca del rio, que están espectaculares.

Desandamos el camino para volver al Centro de Investigación donde trabaja Juan como director con un equipo de biólogos y ambientalistas estudiando y criando anfibios de la zona como el sapo partero y la rana patilarga, y donde ahora están investigando las rutas de los pastores, la trashumancia y otros oficios como los gabarreros, los esquiladores.

El recinto interior es un privilegiado lugar que parece un cuadro donde todos los detalles, como la casa, cada flor, cada piedra, el arroyo, el puente, el césped, los árboles y el cielo hubieran sido pintados con mimo por un pintor impresionista. Y allí, entre tanta belleza, rodeados de las montañas que aún tienen nieve, iluminados por un sol radiante, en unas mesas de madera hacemos un largo picnic, compartiendo comida, buen vino, charla, y gozando del entorno y de la compañía.

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